Arantxa siempre sale aprendiendo algo de ellos. No hay día en que no le encojan el corazón con alguna de esas frases que rezuma sinceridad e inocencia. Desde hace once años es voluntaria en una parroquia con un grupo de niños en exclusión social, y además es presidenta del AMPA del cole de sus hijos. ¡Y sin olvidar que regenta un Centro de Servicio de envialia en Móstoles!

- ¿Cómo comenzaste a embarcarte en este proyecto solidario?

- Yo estudié (¡y mi madre también!) en el mismo colegio que mis hijos, por lo que conozco a muchas de las religiosas que estaban por aquellos años en el centro. Un día me propusieron participar en estas iniciativas porque necesitaban gente que les echara una mano. Al principio, no estaba muy convencida, apenas tenía mucho tiempo y nunca había estado involucrada en este tipo de acciones. ¡Y ahora no me arrepiento! ¡Todos deberíamos de hacer voluntariado alguna vez en la vida!

- ¿Qué actividades hacéis con ellos?

- ¡Muchas! Mis compañeros y mi familia ya saben que los jueves por la tarde no estoy disponible. Ese ratito es para estos pequeños. Primero hacemos juntos los deberes del colegio y resolvemos dudas, y luego nos ponemos a jugar. ¡A los niños más pequeños les encanta jugar a la Oca! ¡Cómo se divierten! Y una vez al trimestre también hacemos alguna excursión como asistir al Circo Price. ¡Y se lo pasan en grande!

-Y también estás en la plantilla de la Asociación de Padres y Madres… ¿Qué es lo que hacéis desde allí?

-Básicamente organizamos actividades para los niños del colegio los fines de semana como una que hicimos recientemente al Parque Europa o gymkanas populares…También, por ejemplo, en Reyes nos visitó el paje real. ¡E incluso hacemos verbenas! Participan niños de todas las edades, desde los 6 a los 15 años. ¡Y pueden llegar a ser de 50 a 150 escolares!

-Para quienes aún se muestran indecisos a apuntarse a este tipo de iniciativas… ¿Qué les dirías?

- ¡Que no duden! Es una experiencia muy reconfortante. Parece que tú eres la que vas a dedicar tu tiempo a ellos, pero son ellos los que van a enseñarte, los que te dan…Y es que son únicos, te hacen sentir especial y son capaces de marcarte con poco más de un par de palabras. Haciendo los deberes, por ejemplo, un niño me miró a los ojos y me dijo: “Maestra, ¡eres tan buena conmigo!” ¿Y qué le digo yo a eso? Me dejan sin palabras por lo agradecidos que son al dedicarles tan sólo un poquito de tu tiempo.